Hace un par de meses se metieron a robar a mi casa. Más allá de lo que se llevaron, entraron a mi cuarto rompiendo muebles y esculcando entre mis cosas. Me sentí invadido. Es un sentimiento horrible que no le deseo a nadie y que me resultó muy difícil compartir con los demás. Esto porque es exponer un lado vulnerable.
En el caso del abuso sexual, una situación incomparable, muchas veces puede ser difícil alzar la voz por una variedad mucho más grande de razones.
Nadie disfruta del abuso. Muchas personas se ven vulneradas y no es necesariamente una experiencia grata para compartir con amigos o en redes sociales. Hay quienes incluso ven estas situaciones como muestra de debilidad. Por este motivo, muchas víctimas llevan su sufrimiento en silencio y sin que nadie se de cuenta.
Por miedo a enfrentar las consecuencias, el agresor comúnmente se valdrá de algún tipo de chantaje o amenaza por el silencio de su víctima. Estos pueden incluir actos de violencia, revelación de contenido íntimo, chantaje emocional, etc. Los sistemas de justicia actuales igualmente hacen que realizar el procedimiento de manera anónima sea extremadamente complicado para la víctima. Las víctimas, además del dolor de lo ocurrido, se arriesgan a volver a ser abusadas y viven con miedo de la amenaza hecha por el agresor.
A pesar de ser víctimas, el tema de abuso sexual sigue siendo tabú en nuestra sociedad. Por ese motivo es que muchas víctimas y sus familias deciden ocultar lo ocurrido y evitar hacer escándalos, incluso al momento de buscar justicia. Aunque es claro que es un tema que no se comparte con cualquier desconocido, una sociedad que mira despectivamente a las víctimas hace más daño que ayuda. Muchas víctimas ni siquiera llegan a reportar lo ocurrido con las autoridades por miedo a que se haga del conocimiento público y sufrir prejuicios despectivos.
Vivimos en una sociedad donde, por desgracia, es común que se culpe a la víctima. Comentarios como “¿qué hacías vestida así?”, “eso te pasa por ‘no cuidarte''', “sólo lo hace para llamar la atención” hacen evidente que la sociedad en general hace ojos ciegos a la situación llegando incluso a culpar más a la víctima que al agresor. Nadie disfruta del abuso, e independientemente de la ropa, lugar u hora, nadie tiene por qué abusar de otra persona. Hacer ese tipo de comentarios y cuestionamientos únicamente beneficia al agresor y hace que muchas víctimas no quieran levantar la voz para evitar ser insultadas.
Comúnmente, las víctimas que si acuden a las instituciones competentes a denunciar los hechos, no encuentran la protección y ayuda esperada. Por el contrario, se les exige demostrar que fueron víctimas o son sometidas a exámenes dolorosos o trámites torpes e innecesarios. Lejos de ser beneficiadas, se les aleja de la justicia y vuelven a ser victimizadas. Un gran porcentaje de los casos reportados de abuso sexual no pasa a instancias mayores porque el expediente es cerrado prematuramente.
Por todas las razones anteriores, y muchas más, las víctimas tienen miedo de levantar la voz, pues se sienten solas y sin ayuda de nadie. Al contrario, como sociedad nos hemos encargado de poner trabas y prejuicios en su contra. Levantar la voz es importante para crear conciencia del problema, identificar y sancionar a los agresores, y evitar que haya muchas más víctimas.
Como sociedad debemos dejar de juzgar a la víctima y girar nuestra atención al agresor, como haríamos con cualquier otro crimen. Debemos buscar formas de apoyar a las víctimas, protegerlos de cualquier amenaza, creerles y dejar de justificar el comportamiento del agresor. Las víctimas no deben sentirse solas o abandonadas.
Por esa razón, existen movimientos de diversas organizaciones y grupos que invitan a las víctimas a compartir sus experiencias para animar a otras a hacerlo y juntas, enfrentar el problema. Uno de los más virales y recientes es el movimiento #MeToo, que surge en 2017 para denunciar las acusaciones de abuso sexual en la industria cinematográfica. Poco a poco fueron identificándose víctimas, muchas de las cuales habían guardado silencio por décadas.
Que las víctimas puedan alzar la voz es de vital importancia para brindarles apoyo psicológico y emocional, poder identificar a los agresores, aplicarles las sanciones correspondientes, hacer justicia y evitar que suceda de nuevo.
Si eres víctima puedes:
Puedes encontrar más información aquí: Portal CDMX
Igualmente es común que muchas Universidades y Organizaciones realicen actividades donde las víctimas denuncien sus experiencias (muchas veces de forma anónima) con el fin de poder enfrentar unidas al agresor. Si te sientes cómodx compartiendo, tu testimonio puede ayudar a otras víctimas.