El lenguaje influye nuestra forma de pensar.
Cuando pensamos en el Sol nos imaginamos un astro poderoso, grande y fuerte. Mientras que cuando pensamos en la Luna la imaginamos delicada, tímida y frágil. Sin embargo, ¿sabías que en alemán el Sol es femenino y la Luna es masculino?
El lenguaje es la herramienta que tenemos para comunicar las ideas que existen en nuestra mente, no solo a otras personas, sino también a nosotros mismos, ¿nunca te has preguntado acerca de esa voz que vive en tu cabeza? Por tanto, el lenguaje influye nuestra forma de pensar y percibir el mundo.
Tan solo basta mirar el ejemplo del principio para darse cuenta que al Sol le atribuímos características que comúnmente se asocian con lo masculino, mientras que a la Luna le atribuímos características comúnmente asociadas con lo femenino. En el Español, como muchas lenguas de origen latín, los sustantivos tienen género y cuando nos referimos a personas, debemos tener cuidado que ninguna se sienta excluida.
En el Español existen dos géneros gramaticales: el masculino y el femenino. Con la creciente conciencia de la diversidad de género, nos damos cuenta de que esto no es suficiente, ya que: El Español carece de género neutro. Los sustantivos son masculinos o femeninos, no ambos o ninguno. La gramática dice que el género neutro es el masculino. El género de una persona puede ser descrito no como una clasificación binaria, sino como un espectro diverso.
Naturalmente, al referirnos a personas, este conflicto puede resultar ofensivo para algunas personas, o incluso crear sesgos y prejuicios en nuestras mentes.
Históricamente hemos vivido en una sociedad machista dominada por el género masculino que limita y reduce las oportunidades de los demás géneros. Hasta hace muy poco tiempo, las mujeres no podían votar por sus gobernantes, estudiar una carrera universitaria o tomar sus propias decisiones. Utilizar el género masculino como neutro para referirse a una gran variedad de géneros refuerza en nuestro subconsciente esa misma idea.
Por ejemplo, si vemos a un grupo de mujeres comiendo en un restaurante, decimos que es un grupo de amigas (femenino). Pero en el momento en que llega un hombre, decimos que son amigos (masculino). Esto es a pesar de que la mayoría de las personas sean mujeres. Sin embargo, si nos referimos a ese grupo como amigas (femenino), probablemente resulte ofensivo para el hombre.
Este pequeño experimento revela que, en el uso del lenguaje, el género masculino debe siempre tomar protagonismo, incluso si es minoría. Esto refuerza la existencia de una cultura machista y la necesidad de un género neutro o demás formas de incluir a todos sin excluir a nadie. Precisamente de eso se trata el lenguaje inclusivo.
¿Cómo se le llama a un grupo de personas que usan leyes mecánicas, físicas y matemáticas para la solución de problemas, optimización de recursos y ejecución de procesos? ¿Cómo se le llama a un grupo de personas capacitadas para dar atención complementaria a los pacientes? Seguramente en tu cabeza pensaste en ingenieros y enfermeras.
Debido a los roles de género que existen en nuestra cultura, la ingeniería (asociada comúnmente a solución de problemas mediante lógica y pensamiento) es un área dominada por el hombre, mientras que la enfermería (asociada comúnmente a la atención servicial, el cuidado y afecto) es dominada por las mujeres. Sin embargo, se busca cada vez más diversidad en ambos campos, por lo que generalizar como hombres y mujeres no solo resulta ofensivo para las minorías, sino que también refuerza esa idea en nuestro subconsciente.
Todo lo anterior se resume en la necesidad de incluir todos los géneros de las personas sin excluir a ninguna. Podemos referirnos a grupos diversos de personas como ellos y ellas en lugar de solamente ellos. Igualmente podemos usar géneros neutros como ellxs, elles, ell@s en situaciones más informales. Adicionalmente, podemos preguntar a las personas individualmente qué pronombre les gustaría que usáramos para referirnos a ellas.
Muchas personas ven el lenguaje inclusivo como una medida radical en la que le gente se enoja de que el Sol sea masculino y ahora debe llamarse la Sol. Esto resulta absurdo y no es el objetivo del lenguaje inclusivo.
En resumen, el Lenguaje Inclusivo es ser conscientes y respetar la diversidad de géneros cuando hablamos. Simplemente es respetar a quienes nos rodean y cuidar nuestras palabras.